En Kiryus recordamos que el mayor propósito del ser humano es aprender a amarse a sí mismo, no desde el ego, sino desde el reconocimiento profundo de su unidad con la vida, con la Tierra y con el todo. Amarme es el primer acto de sanación hacia el mundo.

Amarme es encarnar la conciencia unificada, despertar a la verdad de que no estamos separados: TODO está interconectado. Esta comprensión disuelve la ilusión de separación y nos permite vivir en armonía con nosotros mismos, con los demás y con el planeta.

Amarme es sanar el virus de la ambición, trascender el deseo de tener y acumular, para elevar mi energía hacia un propósito mayor. Cuando dejo de depender de lo externo, descubre que mis talentos y virtudes pueden ponerse al servicio del bien común. Así, la abundancia se convierte en cooperación y no en competencia.

Se trata de elegir sanar esa la ambición egoísta, ese impulso de tener por tener, y en lugar de eso, elevar el deseo hacia un propósito más grande: uno que busca el bienestar común, la armonía con la Tierra y el crecimiento interior.

Amarme es reconocer a la Tierra como un ser vivo, sagrado y consciente. No es un recurso que se explota, es una madre que se honra. Por eso, restauramos nuestra relación con ella desde la gratitud, la regeneración y la común-unión.

Amarme es activar mis sentidos internos, escuchar la voz del a

Este es el latido que nos une como comunidad: cuando cada uno elige amarse, el mundo entero empieza a sanar.

Ese es el viaje de regreso a casa.
Ese es el camino

En Kiryus nos unimos para "Encarnar esa conciencia unificada", viviendo, entendiendo y sintiendo que todos estamos conectados, que no somos individuos separados compitiendo, sino parte de una misma gran red de vida.

Esto implica actuar cada día desde la empatía, la cooperación, el servicio y la humildad, recordando que cuando YO sano, todos sanamos; cuando uno se eleva, todos nos elevamos.